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sábado, 20 de febrero de 2010

El gps...


Pues ahora que compré un GPS ya no volveré a perderme. Y es que ya estaba harto de preguntarle a Moni las instrucciones para llegar a tal o cual lugar. Y ella también estaba harta, estoy seguro, por más que diga que no es cierto.

El gps resulta que me dice con voz cómo debo ir a mi destino, recalcula rutas, me dice la distancia y la velocidad. En verdad que no entiendo como era que había vivio sin un aparato como estos, sobre todo cuando vivimos en una ciudad del caos como esta, que todos los días cierran calles, a ciertas horas cambian el sentido a ejes y avenidas, en fin, lo único que falta es que me dijera en donde hay una marcha para evitarla o por dónde van los amos del camino (y los imbéciles, claro). Eso si que sería una maravilla.

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